Este ano teremos dous concursos... Un para os que lle guste escribir e otro para os que prefiran debuxar.
Aquí tedes os carteis dos concursos
XUSTIZA
Aquela
noite non podía durmir. Toda a tarde estivera pensando nos acontecementos que
ocorreran pola mañá. Tiña un desacougo enriba de min que me impedía conciliar o
sono. Por máis que quixera, non podía sacar da cabeza aquela imaxe, aquela
figura que aparecera no noso instituto. Lembrárame a alguén, pero por moito que
cavilaba non sabía dicir quen era.
Por
fin, o sono me venceu. Cando espertei, eran as dúas da tarde. O meu corpo pedía
comida. Erguinme, vestinme e fun directa á cociña. Ao chegar a ela, vin que
estaba posta a mesa con dúas cuncas, dúas culleres e dous vasos. Na casa só
estaba eu, polo que se eu non puxera aquilo enriba da mesa, quen fora?
Dei a
volta e alí estaba a figura que aparecera no instituto. De súpeto, decateime de
quen era, a ex-moza do meu mozo. Aquela rapaza que se
interpuña entre William mais eu. Volveume todo á cabeza. Todo o que pasara un
ano antes. Estiven moito tempo maquinando como desfacerme dela, preparando un
plan para que William se fixase en min. Nese plan, ela non tiña cabida, era un
estorbo.
Cando
tiven todo ben atado, púxeno en marcha. Decidín levalo a cabo a noite de
Samaín, aproveitando que iamos a unha festa de disfraces. Cando cheguei á
festa, alí estaban, bicándose, abrazados un ao outro.
Non
podía máis. Non podía seguir vendo a persoa da que estaba namorada nos brazos
doutra rapaza que non fora eu. Esperei ata que ela marchou e seguina ata a súa
casa. Alí ocorreu todo.
Como
se me deran unha labazada, volvín á realidade. Decateime de que ela viñera a
facer xustiza, de que viña a buscar vinganza, xa que a súa morte quedara
impune.
Pasou
todo moi rápido, a súa sede de vinganza era tal que non quería perder o tempo
en escoitar os meus rogos e súplicas. Veu directa a min e traspasoume co
coitelo que tiña na man. O seu coitelo
entraba e saía de min. Non sei cantas puñaladas me deu. Nalgún momento perdín a
consciencia, cando a recuperei, estaba rodeada dun baño de sangue. Aquela
figura consumara a súa vinganza.
Entón,
vin pasar toda a miña vida nuns poucos segundos, ata que me desmaiei e xa non me lembro máis do que pasou despois....
Uxía Sotelo - 2º ESO B
Se Despertó
Se
despertó sudado, temblando y en una especie de estado de shock. Se sentía
bastante débil, por lo que le costó erguirse de la cama de lo que, a sus ojos,
aparentaba ser un hospital. Extrañamente era una habitación completamente
blanca sin ventanas, así que no podía asegurar en qué época estaba ni en qué
momento del día. Lo único que podía hacer era el quebrarse la cabeza
preguntándose dónde estaba y atravesar la única puerta de la habitación.
Dudó en
girar el pomo, nada le inspiraba seguridad en ese lugar, como es normal. Pero
lo hizo, cruzó la puerta a lo que podía entenderse como un pasillo de hospital,
con muchas habitaciones y un ambiente bastante deplorable. Nunca le gustaron
los hospitales por lo que pude observar. Pero había algo que le resultaba
bastante extraño, no había ni un alma, ni un movimiento. Entonces solo podía
hacer algo, seguir caminando y explorar. Por alguna razón que él desconocía
había fotos de gente con sus respectivos nombres y un número por debajo:
207,208...,218 y... 219 sin ninguna foto ni nombre. Extraño. ¿Serían los
pacientes del hospital enumerados? Cada vez más dudas le rondaban la cabeza.
Hubo otra cosa que también notó: había muchos espejos. Se miró en uno y cayó en
la cuenta de que no sabía quién era, se había olvidado de su propio nombre.
¿Puede ser amnesia? Se preguntó, lo cual era algo erróneo en cierto modo. Se
olvidó de la duda y siguió hacia delante, llegando a unas escaleras que daban a
los pisos de arriba y a los pisos de abajo del edificio, y decidió bajar. En
aquella planta no reconoció nada distinto de la que venía, así que optó por seguir
bajando. Lo mismo, completamente igual. Pero se dio cuenta de que había dejado
pasar un detalle, los números de las habitaciones. Podría ser su salvación de
ese extraño lugar, bajando hasta la última habitación, pero no. Todas las
habitaciones ponían el número 219. Bajó otra planta, lo mismo. 219, 219, 219...
Estuvo así durante unas 10 plantas. Estaba en pánico. ¿Qué hacer, qué hacer? Se
preguntaba, mientras comprobaba si todas las habitaciones estaban cerradas,
hasta que vio una habitación sin número. Era la primera vez que encontraba algo
distinto, y quería ver si ahí podría haber algo que le ayudase a salir del
sitio que ya empezaba a llamar manicomio.
¿Estaría
él loco y se estaría imaginando todo?
Abrió la
habitación. Estaba inundada en una oscuridad fuera de lo común, no entraba ni
un solo rayo diminuto de luminosidad. Pudo también notar que la habitación en
general desprendía un olor a podredumbre, muerte y repulsión que nunca antes
había experimentado. En el primer segundo ahí ya tuvo que aguantarse las ganas de
vomitar, pero se contuvo, debía seguir. Se decidió a investigar toda la
habitación. Fue poco a poco inspeccionando todo milímetro de la habitación,
hasta que se paró en seco. Extendió su brazo hacia delante, sabiendo que algo
estaba ahí, vivo, ya que notaba su respiración, pensó. Logró tocarme y al
hacerlo simplemente huyó de mí, o lo intentó. Ya el edificio por sí mismo había
cerrado la puerta, siendo demasiado tarde escapar. Gritó, chilló e intentó
defenderse de mí, algo a lo que llamaba, llaman y llamarán monstruo por el fin
de los días. Me alimenté. Me sacié de una víctima más de esta extraña tela de
araña disfrazada de un edificio "corriente". Con este empecé por los
brazos, arrancándoselos de cuajo y tragándomelos cual anaconda que se disloca
la mandíbula. El edificio en sí hizo el resto. Cambió todos los números de
habitaciones al 220, enmarcó la foto del chico en el 219 y puso su nombre real:
Jonathan Pinkwood. Interesante nombre. El edificio buscó otro
"huésped".
Se despertó sudado, temblando y en
una especie de estado de shock. Estaba bastante débil, pero este se logró
levantar con menos dificultad que el anterior, de lo que a sus ojos era una
cama de un hospital.
Gabriel Sebastián Ranalli - 4º ESO B